domingo, 23 de junio de 2013

La autenticidad del mundo

Si solo vemos lo superficial de las cosas es que estamos verdaderamente ciegos. Para ver, hace falta profundizar y llegar a conocer.

Hemos creado una sociedad que vive de eso que llamamos consumismo. Constantemente estamos siendo bombardeados por imágenes. Imágenes que nos definen como colectivo, que nos intentan imponer una forma de vestir, de comportarnos, de lo que debemos comprar, de lo que hay que tener... en definitiva, de vivir. Nos hacen creer que consumiendo más, teniendo más cosas tendremos una calidad de vida mayor. Nos intentan dominar. Puede que tengamos más cosas que nos faciliten la vida, pero ¿y mentalmente?, ¿y emocionalmente? Estamos tapando con tantas cosas físicas toda nuestra capacidad de sentir, de expresar, de raciocinio. Estamos perdiendo valores. No deberíamos olvidar que lo que realmente vale la pena no se compra.

Si ir de compras cuando tienes un problema, en vez de sentarte a pensar en cómo resolverlo, es la solución; si vestir de marca parece que nos da más valor como persona; si comprarles móviles a los niños de 10 años es ser mejor que aquellos padres que les regalan una pelota y juegan con ellos; si juzgar a una persona por su aspecto parece bastar; si con tal de ganar algo vale mentir, pisar a los demás, pelotear, comprar... en vez de ganarlo con esfuerzo; si hablar con una persona por teléfono, chats, etc está bien, pero luego físicamente no se es capaz de intercambiar una palabra; si solo nos van a juzgar por todo lo que tenemos y lo que importa es tener las cosas de última generación... Yo no estoy de acuerdo. No quiero formar parte de eso. Como dijo el gran Groucho Marx: "Paren el mundo que me bajo".

Yo quiero hablar con las personas, discutir, argumentar, quiero expresar mis opiniones y mis sentimientos, quiero llegar a conocerlas. Quiero vestir como me de la gana sin que me juzguen por ello, quiero hacer las cosas que me gustan sin que por ello me encasillen en un sitio o en otro (siempre que no atente con la libertad y los derechos de otra persona), consumir en su justa medida, quiero que esta sociedad de etiquetas me deje en paz. Quiero fijarme más en el fondo de las cosas, llegar a ver su autenticidad y no quedarme solo en las apariencias, en lo superficial. Quiero un mundo más auténtico.

Para mi, una puesta de sol, una excursión, una conversación con una persona que me importe, poder sentarme en el piano, tocar y emocionarme, expresar,... caminar por el campo y escuchar los sonidos que este nos ofrece, conocer sitios nuevos, poder ver una película con mi hermana y comentarla, discutir y debatir con mi familia, hablar del día a día, y otras muchas cosas... son mucho más importantes que tener un móvil de última generación o una camiseta de yo qué sé que diseñador.


Y aquí termina mi pequeña reflexión sobre este mundo en el que me ha tocado vivir.




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